Para garantizar la estanqueidad por parte de las tejas en una cubierta inclinada, es necesario establecer pendientes mínimas que se basarán en un análisis previo tanto de la localización del proyecto, como de su grado de exposición.
Con la normativa en mano, se establecen unos valores para las distintas zonas de la geografía, así como una clasificación de exposición protegida, normal o expuesta. Estos datos, junto con los de la longitud de la cubierta, desde alero a cumbrera, marcarán los valores mínimos de pendiente para cada escenario.
Este procedimiento viene dado por la capacidad de evacuación de agua de cada tipología de teja, es decir, una teja de perfil ondulado siempre evacuará más agua que una teja de formato alicantina o plana.
Cuanta mayor sea la capacidad de desagüe de una teja, menor pendiente de cubierta será necesaria.
Otro punto a tener en cuenta es que, a mayor longitud de tejado, mayor cantidad de agua hay que evacuar, lo que unido al nivel de exposición y los niveles de pluviosidad, marcarán pendientes superiores a medida que crece la distancia de alero a cumbrera, así como si el proyecto está más expuesto o en una zona de gran cantidad de lluvia.
Además, es necesario recordar que existen tejas cuyos valores de pendiente mejoran los datos marcados en norma. Por ejemplo, el uso de láminas impermeables de alta calidad o su adecuación dentro de un sistema completo como el Tectum Pro, permite para la Teja Lógica plana reducir la pendiente mínima necesaria establecida en normativa para esta tipología de teja.
Una buena práctica es consultar siempre a profesionales de este ámbito para la definición correcta del proyecto donde se tendrán en cuenta todas las indicaciones mencionadas anteriormente.