Descubre si tu cubierta es plana o inclinada y las características de cada una de ellas.
Hoy llegamos otra vez con afán didáctico a dar una clase sobre cubiertas. Ya hemos aprendido que nuestra cubierta protege a los edificios y que aunque alguna de sus principales funciones son su estanqueidad (al agua o al aire), el aislamiento (térmico y acústico), su resistencia (estructural, al fuego, a heladas) y su respuesta medioambiental, la más importante es la evacuación pluvial de las aguas.
Una cubierta tiene que ser capaz de evacuar las aguas de la lluvia de la forma más eficaz y rápida posible. Esto vendrá determinado, en gran medida, por nuestro tipo de cubierta que según su inclinación puede ser plana o inclinada.
Cubiertas inclinadas
Son aquellas en las que la pendiente es superior al 5% y nunca son transitables. A su vez, este tipo de cubiertas, en función de su ventilación pueden ser ventiladas (mediante un conjunto de aberturas en su superficie) o con cámara sin ventilar.
Las no ventiladas se dividen en cubiertas convencionales (aquellas en las que la impermeabilización se sitúa por encima del aislamiento térmico) o invertidas (cuando la impermeabilización se fija por debajo del aislamiento térmico.
Las cubiertas inclinadas llevan presentes en la arquitectura desde hace miles de años pero siguen vigentes en los más novedosos y modernos diseños. Este tipo de cubierta puede presentar distintos tipos de coberturas como la teja cerámica que aporta estética, eficiencia energética, durabilidad, mínimo mantenimiento y confort.
Cubiertas planas
Por su parte, las cubiertas planas son aquellas en las que la pendiente es inferior al 5%. La principal diferencia entre ellas entre las que son transitables y las que no lo son.
De esta circunstancia (algunas son incluso el soporte de parkings y tráfico rodado) van a depender sus características y sus funciones.
Como en la cubierta inclinada, en la plana también encontramos cubiertas ventiladas y no ventiladas, convencionales e invertidas.